LA VENTANA ROTA

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Hace tiempo leí el libro «The tipping point: How little things can make a big difference» de Malcolm Gladwell.

En él, el investigador, nos explica cómo es que ocurren los fenómenos epidémicos sociales (¿Recuerdan «The ice bucket challenge»?).

Son tres los factores:

1) La «ley de los pocos» (The law of the few): Todo fenómeno epidémico social comienza con una o pocas personas (hasta convertirse en una multitud)

2) El factor de lo pegajoso (The stickiness factor): Cuando algo es «pegajoso» o contagioso, el fenómeno ocurre

3) El poder del contexto (The power of contexto): El grupo y el entorno tienen mucho que ver en la creación de un fenómeno social

Mi reflexión de hoy tiene que ver con cómo los grandes movimientos empiezan siempre con algo pequeño.

En 1969 la universidad de Stanford condujo un experimento social muy interesante.

Los investigadores colocaron dos automóviles exactamente iguales (misma marca, color, modelo) en dos barrios completamente diferentes. Uno de ellos lo colocaron en El Bronx, un barrio de bajo nivel socio económico y bastante conflictivo en la ciudad de Nueva York y, el otro, en Palo Alto, un barrio de buen nivel económico y muy tranquilo, en el estado de California.

Con el pasar del tiempo, el auto del barrio pobre, fue vandalizado, desaparecieron los neumáticos, los espejos, los vidrios fueron rotos, todo lo «robable» fue robado; en cambio, el del barrio acomodado, quedó intacto.

Solemos atribuir el vandalismo a la pobreza, sin embargo, el experimento no terminó ahí. Los investigadores rompieron un cristal del automóvil del barrio de Palo Alto. Al pasar el tiempo, este auto sufrió la misma suerte que el del barrio del Bronx; fue igualmente vandalizado.

¿Por qué una simple ventana rota en el auto de Palo Alto desató el mismo proceso que se había dado en el del Bronx? No se trata de pobreza sino de un proceso de la psicología humana y de las relaciones sociales. Cuando un pequeño desperfecto no es corregido se manda «una señal» de que a nadie le importa y de que no hay consecuencias y eso provoca una espiral descendente. Así podemos ver cómo una bolsa de basura colocada en una banqueta, y que permanece ahí por semanas, hace que la gente comience a dejar más bolsas de basura en ese mismo lugar, por dar otro ejemplo.

La teoría de «las ventanas rotas» se aplicó de manera práctica por primera vez a mediados de los 80s en el metro de la ciudad de Nueva York. Éste padecía de vandalismo, la gente evadía el pago, había gente ebria transitando por ahí, los carteristas «hacían su agosto»… Se comenzó por corregir todos los pequeños delitos, se limpiaron de grafitti todos los carros, línea por línea (cuando un solo carro «amanecía» vandalizado, era retirado inmediatamente para repararse y vuelto a la operación tan pronto como fuera posible, no se dejaba pasar el tiempo), se arreglaron todas las luminarias (si una amanecía rota, inmediatamente se reparaba), se puso vigilancia en los torniquetes que impedían que la gente «los brincara» evadiendo el pago; la batalla fue constante y cualquier pequeño desperfecto era corregido inmediatamente. El resultado fue espectacular, pues el mensaje enviado fue que «a alguien» le importaba y que sí había consecuencias.

De lo pequeño a lo grande. Funciona para bien y para mal. Los grandes cambios positivos de la historia como las grandes descomposiciones sociales, los grandes proyectos como los terribles regímenes totalitarios.

Todo empieza con poco y se convierte en algo grande.

Hasta los fenómenos naturales como los huracanes o tsunamis, empiezan con un pequeño cambio en la temperatura o movimientos en las placas tectónicas de nuestro planeta. La enorme sequoia (el árbol más grande de todos de hasta 115 metros de altura) nace a partir de una pequeña semilla.

Las grandes fortunas comenzaron con una pequeña cantidad de dinero bien invertida, los grandes negocios comenzaron con una pequeña idea empresarial.

La terrible bomba atómica fue creada a partir del fenómeno de la fisión nuclear, donde el núcleo de un átomo pesado es bombardeado con neutrones dividiéndolo en dos, cuyos neutrones impactan otros núcleos que, a su vez, se dividen y así sucesivamente en una reacción en cadena, liberando una enorme cantidad de energía, con las consecuencias que conocemos.

Incluso las históricas epidemias virales que han afectado a la humanidad, siempre comienzan con una sola persona contagiada.

Los seres humanos queremos resultados rápidos y enormes. Queremos perder peso rápidamente, hacer dinero rápido, conseguir una gran relación interpersonal instantáneamente. Negamos una y otra vez que lo grande y espectacular se obtiene desde lo poco, desde lo pequeño.

¿Imaginas los efectos que la aplicación de este principio puede tener en tu persona, tus relaciones, tu trabajo, tu patrimonio, tu organización?

¿Quieres algo grande? ¡Empieza por lo pequeño?

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