RESPONSABILIDAD EXPANDIDA

Durante los años que he trabajado como consultor y coach, las personas que han tenido la oportunidad de escucharme saben que insisto una y otra vez en la responsabilidad como una filosofía de vida.

Las personas más productivas son aquellas que pueden reconocer su participación en los consecuentes resultados que obtienen por medio del impacto de condiciones incontrolables y su muy baja o muy alta influencia de las decisiones tomadas y las acciones ejecutadas por ellos mismos.

En resumen: R = CR – DA

Ya hemos hablado de ello:

R: Resultado, es decir, todo lo que soy (en quien me convierto), hago (cambio de hábitos de comportamiento) y tengo (una casa, mi salud, un viaje familiar, libertad financiera, etc.)

CR: Capacidad de respuesta o Respons[h]abilidad, es decir, todas las acciones que puedo hacer (o dejar de hacer) para aumentar la probabilidad de obtener el R deseado

DA: Desafío Ambiental, es decir, todo lo que no controlo (hay miles de cosas incontrolables)

Centrémonos en CR o respons[h]abilidad. Hemos dicho en otras ocasiones que R es lo que deseamos (ser, hacer o tener); dado que en la fórmula anterior el resultado depende de la resta de CR menos DA y dado que DA no está bajo nuestro control, lo que necesitamos hacer es concentrarnos en nuestra capacidad de respuesta, diseñar acciones que dependan de mí (qué hacer o dejar de hacer), para vencer a aquello que no está bajo nuestro control.

Cuando el resultado no es lo que deseábamos, muchos suelen olvidarse de lo que hicieron o no hicieron y sólo culpan a lo incontrolable y, con ello, juegan el rol más improductivo, que es el de la víctima.

Cuando el resultado nos es adverso y reconocemos que hubo cosas fuera de nuestro control y que nuestra respons[h]abilidad no fue suficiente para vencer el desafío ambiental y, además, nos concentramos a aumentar nuestra capacidad de respuesta la próxima vez para ahora sí obtener el resultado que queremos, entonces jugamos el rol del protagonista.

Habiendo recordado este concepto mencionado en artículos anteriores, necesitamos también recordar lo que es la colaboración.

Lo digo con muchos de nuestros clientes, la colaboración se resume a lo siguiente: “Que yo piense en mí, que tú pienses en ti y que ambos pensemos en ambos”. La colaboración tiene que ver con ayudarnos, con llegar a acuerdos que satisfagan plenamente los intereses (no la posiciones) de todas las partes involucradas por medio del consenso.

Si solo pienso en lograr satisfacer mi posición, no colaboro sino que entro en competencia; si el otro sólo piensa en lograr satisfacer su posición, lo mismo.

Ceder, evadir, competir y colaborar son estilos de interacción que dependen de la importancia de dos variables: El objetivo y la relación con el otro:

  • Objetivo NO importante – Relación SÍ importante: Ceder
  • Objetivo NO importante – Relación NO importante: Evadir
  • Objetivo SÍ importante – Relación NO importante: Competir
  • Objetivo SÍ importante – Relación SÍ importante: Colaborar

Respons[h]bilidad y colaboración, me parecen los dos elementos fundamentales para tener relaciones productivas y obtener los resultados deseados. Para ambas hay una causa raíz, la autoestima sana, de la que también he hablado antes.

Ahora bien, quiero hablar de la responsabilidad expandida ¿De qué se trata?

Si “el otro” es mi desafío ambiental y yo soy el desafío ambiental de “el otro”, dejemos de luchar por controlarnos, no es posible. Es posible influir en alguien para que cambie, sí, pero eso no es controlarlo, yo no puedo hacer que alguien más cambie a voluntad, si el otro cambia es porque lo eligió así.

Si bien el enojo del otro conmigo, por poner un ejemplo, es un asunto del otro del que yo no soy responsable, es probable que lo que yo estoy haciendo o dejando de hacer, sea una influencia en ese estado emocional.

Eso quiere decir que puedo elevar mi capacidad de respuesta para influir en el enfado de dicha persona y que ese estado emocional desaparezca.

Insisto NUNCA seré responsable de lo que le pasa al otro conmigo, ese es un asunto que la otra persona necesita resolver por sí misma, sin embargo, siempre podré influir de alguna forma para que el otro se sienta mejor.

La responsabilidad expandida es una forma de colaboración.

Aquí cabe hacer notar la diferencia entre ser responsable DEL problema y ser responsable ANTE el problema.

Cuando soy responsable “del” problema significa que yo lo he causado y, entonces, puedo elevar mi capacidad de respuesta para que el problema desaparezca y no suceda de nuevo en el futuro.

Cuando soy responsable “ante” el problema quiere decir que lo haya yo causado o no siempre puedo elegir hacer algo, usar mi respons[h]abilidad, para resolverlo o mejorar la situación.

Por ejemplo ¿Soy yo responsable de la pobreza en el mundo? ¡No! La pobreza existía antes de que yo naciera y seguirá existiendo cuando yo haya muerto, sin embargo, el no ser responsable “del” problema de la pobreza, no me impide elegir ser responsable “ante” la pobreza y hacer algo al respecto.

Así que no soy responsable “del” enojo del otro, pero sí puedo ser responsable “ante” el enojo del otro, usando el ejemplo anterior.

“Del” o “ante”, cualquiera de estas formas de respons[h]abilidad, la primera personal y la segunda expandida, es apropiada y la manera más efectiva de vivir.

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