EL IDEAL SÍ EXISTE

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En mi paso por el mundo empresarial, tanto como empleado como consultor de decenas de organizaciones, he recopilado un montón de experiencias.

Por medio de ellas me he formado algunas opiniones sobre la figura del empresario y de la empresa.

Quiero comentarles que, con muchísimo entusiasmo, he comenzado la escritura de un tercer libro (tengo otros dos que he comenzado y que estoy a punto de terminar), en esta ocasión en co autoría con un gran amigo (Benjamín Zermeño). El tema está relacionado, precisamente, con la figura del empresario.

Como solemos hacerlo los seres humanos en muchas áreas de nuestras vidas, incluido el mundo empresarial, vamos formando creencias en relación a los pensamientos que tenemos de nuestras experiencias y que, transmitidos a otras personas, terminan convirtiéndose en estereotipos comúnmente aceptados por grandes comunidades y, debo decirlo, muchos de estos no son muy favorables para quienes, en la mayoría de los casos en este país, desempeñan el rol del empresario magníficamente.

Muchos escuchamos, o pensamos por nosotros mismos, cosas como «Los empresarios son…unos explotadores, gente codiciosa, egoísta, que maltrata a sus colaboradores, que están dispuestos a romper con las leyes con tal de lograr sus objetivos, etc.»

No pretendemos decir que no existan empresarios así, sino que si bien NO todos son así, por el contrario, la mayoría suelen ser personas trabajadoras, que se levantan temprano, que están comprometidos con sus proyectos, que ven por el bienestar de otras personas, que protegen el bien colectivo por encima del bienestar propio, etc.

A mí parecer, la siguiente lista, reúne las características de los empresarios (que ya existen por montones) que actúan de manera productiva y que impactan de manera positiva en su entorno; así pues, un buen empresario:

* Establece un claro propósito fundamental de existencia de su organización, la razón de ser, el para qué existe (no el que hace) más allá de las utilidades y, por supuesto, lo comunica ampliamente con todos los miembros de la empresa

* Clarifica los valores esenciales de su negocio, los comportamientos más valorados que regirán el actuar de toda su comunidad organizacional y busca activamente que estos empaten con los valores individuales de cada miembro de la empresa

* Define la actividad esencial del negocio, aquella que les apasiona profundamente, en la que pueden ser los mejores del mundo y que es altamente rentable

* Establece un gran objetivo de largo plazo estratégico (G.O.L.P.E.), retador y lo despliega con todos para brindar claridad del destino a alcanzar en los siguientes 5 a 10 años

* Define el modelo de negocio: Segmentos de clientes, propuestas de valor, canales, relaciones con clientes, flujos de efectivo, recursos clave, actividades clave, aliados clave y estructura de costos; sus colaboradores lo entienden claramente y trabajan en equipo para hacerlo efectivo (eficaz: alcanzar los resultados, eficiente: con optimización en el uso de recursos)

* Establece junto con su equipo los indicadores clave de negocio en diferentes aspectos: Finanzas, clientes, procesos y personal

* Realiza periódicamente un proceso estratégico centrado en las fortalezas y debilidades internas, así como de las oportunidades y amenazas externas, para generar líneas de acción ofensivas, defensivas, de supervivencia y de reordenamiento, brindando a su equipo mucha claridad sobre el camino a seguir y se asegura que dichas acciones se ejecuten

* Es suficientemente flexible para soportar “los estirones” de los diferentes factores y personas a su alrededor (gobierno, familia, competencia, colaboradores, accionistas, comunidad)

* Se capacita constantemente

* Busca un balance (o contrabalance) entre su vida personal – familiar y profesional

* Es un protagonista, no culpa, por el contrario, se hace responsable de las acciones que hizo o dejó de hacer para vencer a lo que no controla y aumenta su capacidad de respuesta para el futuro

* Tiene un liderazgo que construye grandeza por medio de una paradójica mezcla de voluntad profesional y humildad personal

* Tiene una sólida “batería” de habilidades suaves de factor humano, por sobre las habilidades técnicas de su empresa, que le permiten gestionar de manera productiva a su grupo de colaboradores

* Antepone el interés colectivo de los miembros de la empresa a los intereses personales

* Inspira a sus colaboradores a dar más de lo que creen que pueden dar

* Desarrolla el potencial de sus colaboradores pasándolos de principiantes a expertos en cada una de sus tareas

* Aumenta el compromiso y la motivación de los miembros de su empresa alineando los valores empresa – colaborador, gestionando a su gente por sus talentos para permitirles expresar con maestría lo que mejor saben hacer y más les apasiona

* Establece deliberadamente una cultura (“Cómo hacemos las cosas aquí”) que atraiga al talento que encaje con ella y que, al mismo tiempo, sea quien la mantiene viva

* “Baja del barco” respetuosamente a quien no empate con la empresa y su cultura

* Ve a sus colaboradores como personas reconociendo que éstas tienen sus propios objetivos, sueños, miedos, preocupaciones y retos (no los ve como “obstáculos” a derribar para cumplir sus propios objetivos, o bien, como “vehículos” a utilizar para lograr sus fines)

Y hay más: Producen los comportamientos productivos en sus colaboradores para alcanzar resultados, respetan el medio ambiente, actúan de acuerdo con el marco regulador vigente, etc.

No es algo que he inventado, repito, está basado en mi experiencia de convivencia con muchos empresarios.

No, no son santos, como todo ser humano, tienen muchos defectos pero, a pesar de ellos, pretenden actuar correctamente.

Así que ¡Sí, el empresario ideal ya existe! ¡Y son muchos, la mayoría!

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