APRENDIZAJE, SABER Y PODER

Revista Prometeo, Juan Carlos Puerta

Cuando el ego interviene tropezamos constantemente con la piedra de querer ganar a toda costa y jugamos los roles del sabelotodo y la víctima; cuando el ego se echa a un lado, podemos cambiar por el rol del aprendiz y el del protagonista, mejorando así nuestras conversaciones protegiendo la integridad personal, la relación y la tarea por hacer.

“En tiempos de cambio, los aprendices heredarán la tierra, mientras que los sabelotodo se hallarán perfectamente equipados para desenvolverse en un mundo que ya no existe”

Eric Hoffer

Hace muchos años, estuve jugando el rol de quien lo sabe todo (aunque no lo sepa), y no he encontrado peor manera de vivir la vida.

Veamos el siguiente diálogo:

– Consultor – Entiendo que ustedes quieren aprender a mejorar la eficiencia en su cadena de suministros

– Empresario – Bueno, no exactamente. En verdad, queremos mejorar nuestra cadena de suministros pero NO NECESITAMOS “APRENDER”

– Consultor – ¿Lo saben? ¡Magnífico! ¿Cómo funcionan las mejoras que introdujeron?

– Empresario – No están operando aún. Sabemos qué hay que hacer, pero los operarios que deben llevar a cabo las mejoras no siguen nuestras instrucciones.

– Consultor – Entonces, le reitero: Ustedes no saben aún qué hacer para mejorar la cadena de suministros.

– Empresario – ¿Acaso no escucha lo que le digo?…El problema y la razón por la cual lo llamamos es el comportamiento de los operarios.

¿Qué significa aprender?

“Aprender es obtener conocimiento, poseer la información correcta” 

¡¡¡Error!!!

Esta definición se refiere a lo abstracto, lo racional y lo intelectual y deja de lado lo concreto, lo emocional y lo activo.

Desde muy chicos hemos sido llevados por este modelo de aprendizaje. Cuando respondemos correctamente a una pregunta en el salón de clases decimos que “sabemos” la lección.

Tal definición es tremendamente peligrosa como incompleta. El proceso del aprendizaje se completa cuando pasamos de la información a la acción. 

“Sabemos que aprendimos cuando nos percatamos de que ahora podemos hacer cosas que antes no podíamos” dice Peter Senge, autor de los libros “La Quinta Disciplina” y “La Quinta Disciplina en la Práctica”.

Para quienes han buscado cambiar al mundo más que describirlo, el ciclo continuo de aprendizaje es una constante en sus vidas. Este ciclo representa un proceso sin solución de continuidad que contiene los siguientes pasos:

1. Descubrir: Observar las diferencias entre lo que uno experimenta (o pronostica observar en el futuro)

2. Inventar: Analizar el sistema y diseñar acciones (soluciones) que modifiquen lo que sucede (o sucederá en el futuro) para adecuarlo a lo que uno quisiera que suceda.

3. Producir: Poner en práctica estas soluciones llevándolas a cabo en el mundo real.

4. Reflexionar: Observar las consecuencias de la solución ensayada evaluando su efectividad y…comenzar de nuevo el ciclo.

El aprendizaje de tipo académico se desentiende de este ciclo a partir del paso 3.

Estamos acostumbrados a la búsqueda de saber qué y nos quedamos atrapados, sin ir al verdadero aprendizaje que está relacionado con el SABER CÓMO.

En una visión más operativa del aprendizaje podemos decir que hay tres componentes que es necesario que existan para que se dé éste.

Algunos llaman satisfacción al estado del ser humano que no se manifiesta, o no debe manifestarse, en la realización de acción alguna, pues el hombre que actúa es para reemplazar una situación menos satisfactoria por una más satisfactoria, de otra forma, no es necesario actuar.

Así que los primeros dos componentes para que se dé el aprendizaje son: Una realidad presente insatisfactoria y una visión de futuro deseada.

La brecha existente entre ambas, llamada brecha de insatisfacción, es la que nos mueve a actuar y, por lo tanto, a aprender.

El tercer componente, del aprendizaje desde la acción, es que el actor asuma la responsabilidad y la confianza, en su capacidad de “mover” al mundo hacia su visión.

Es aquí en que la persona puede elegir entre vivir la vida como protagonista o como víctima.

Existe un fenómeno físico conocido comúnmente como ley de la gravedad. Si en este momento, el lector, toma un objeto y simplemente lo soltara de su mano, este caería irremediablemente al suelo.

Existen dos respuestas igualmente válidas para este “experimento”.

El objeto cae como resultado de la fuerza de la gravedad, o bien, el objeto cae como resultado de haberlo soltado de mi mano.

El asunto está en cuál de estas respuestas es que pongo mi atención. La persona víctima, que pone su atención en aquello que no está bajo su control y que tiende a culpar a otros, diría “Este objeto cayó irremediablemente por culpa de la fuerza de la gravedad”.

Por otra parte, quien vive su vida como protagonista, poniendo atención en aquello que puede controlar y que asume su responsabilidad, diría “Este objeto ha caído debido a que lo he soltado de mi mano, si bien es cierto que la gravedad lo lleva al suelo, éste no hubiera caído si no lo hubiera soltado”.

Podemos ligar el concepto de Protagonista y Víctima más claramente al proceso de aprendizaje y los vemos a la luz de la actitud que tomamos frente a éste.

Así podemos decir que un Protagonista es un Aprendiz, mientras que una Víctima es un Sabelotodo.

El mundo paga bien al que sabe y muy mal al que no sabe.

Quien sabe obtiene prestigio, poder, amigos, incrementos de sueldo, promociones, etc.

Quien NO sabe es “pagado” con la discriminación, el abandono, el desprestigio, etc.

Es evidente que las organizaciones contratan a los que saben. Si declaro en una entrevista de selección que “Soy una persona que no tiene la experiencia suficiente para el puesto (no sé), más sin embargo, aprendo muy rápido”, es altamente probable que la empresa que está buscando candidatos, me deje fuera del proceso.

Ahora podemos ver claramente el por qué una amplia mayoría nos aferramos al saber aunque no sepamos. El saber paga, el no saber cobra.

¿Qué es un sabelotodo? La palabra misma podría sugerir un significado: “Aquel que lo sabe todo”, lo cual no sólo es incorrecto, sino además, imposible.

Un sabelotodo es aquella persona QUE PONE SU AUTOESTIMA EN TENER SIEMPRE LA RAZÓN.

Conforme a lo explicado, es posible entender claramente por qué estamos llenos de “Sabelotodos”.

Para ser Aprendiz, es indispensable hacer un par de declaraciones un tanto difíciles, pues van directamente en contra de nuestra autoestima, las declaraciones de incompetencia y de ignorancia.

Decir “No puedo” y “No sé” es difícil y su dificultad proviene de que cuando nos planteamos hacerlas, les damos carácter de permanentes, cuando en realidad son declaraciones temporales y subsanables.

La temporalidad y subsanibilidad del No poder y no saber, tienen que ver con recorrer el camino del aprendizaje.

Recuerdo aquel chiste del borracho que, al ver pasar a una dama de aspecto físico un tanto desagradable le dice “Vieja fea”, a lo que ella responde, “Sí, pero usted viejo borracho”, y él contesta finalmente, “Pero a mí se me pasa mañana”.

Así es el aprendizaje, como la cura que quita la “embriaguez” de la ignorancia y la incompetencia, totalmente temporales.

¿Por qué ligamos los roles de protagonista – aprendiz y de sabelotodo – víctima? Pues tiene que ver nuevamente con poner atención en aquello que está bajo mi control.

El aprendiz, al reconocer su ignorancia e incompetencia, está listo para emprender acciones (aprendizaje) que acaben con ellas.

El sabelotodo “que lo sabe todo”, está cerrado al proceso de aprendizaje y se vive como una víctima, que sabiéndolo todo, no puede explicar cómo es que las cosas no están funcionando y termina culpando a otros de lo que no funciona.

Es inevitable ligar lo dicho hasta el momento con el tema de la responsabilidad, pues ésta, en su carácter de incondicional (no como se nos enseñó, responsabilidad = culpabilidad), está relacionada a “una falta de ortografía”, es decir, a una nueva manera de escribir este vocablo, RESPONS(H)ABILIDAD.

Desde muy temprano en la vida, aprendemos que responsabilidad es sinónimo de culpabilidad, si no, recuerden la escena familiar en el desayuno en que los dos hijos, peleando por el bote de leche, terminan derramándola. Entra mamá “en escena”, diciendo “¿Quién fue el responsable de este desastre?”

Nuestra mente infantil cambia la palabra “Responsable” por “Culpable” y, como respuesta inmediata, termina culpando al otro “¡¡¡Él (o Ella)!!!”

¡¡¡No!!!

La responsabilidad tiene que ver con la capacidad de responder a mis circunstancias. Podemos decir que la responsabilidad, está asociada a una fórmula:

R = CR – DA

Donde R es mis Resultados personales, CR es mi Capacidad de Respuesta y DA es el Desafío Ambiental.

Imaginemos que R es igual a “Hora de llegada a la oficina por las mañanas”CR es “La hora de salida de mi casa” y, finalmente, DA es, en este caso, “El tráfico de la ciudad”.

Si quiero mejorar mis resultados, tengo dos opciones, aumentar mi CR, saliendo más temprano de mi casa, o bien, disminuyendo mi DA, eliminando el tráfico de la ciudad, cosa, que obviamente, es imposible.

La vida es un asunto de honor y tiene que ver con resolver mis propios problemas sin culpar a otros. Con ello tiene que ver el aprendizaje, con el honor de ser alguien que puede tomar las riendas de su propia vida, sin responsabilizar a otros.

¿Estoy donde estoy por mis apegos con el otro, por cerrarme al proceso de aprendizaje desde el protagonista?

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