DISTORSIONES

Cada vez que realizo alguna sesión de coaching con ejecutivos de diferentes empresas, suelo decirles que todos los seres humanos funcionamos de la misma manera:

  1. Percibimos la realidad externa por medio de nuestros sentidos, a lo que llamo, la fase de VER y OIR los hechos
  2. Inmediatamente, a partir de lo percibido, elaboramos una historia, es decir, es la fase de CONTAR UN CUENTO
  3. A partir de este pensamiento o historia, obtenemos un estado emocional, es el paso de SENTIR
  4. Nuestro estado emocional determina las acciones que tenemos disponibles y ejecutamos algunas, entonces, estamos en la fase de HACER
  5. Finalmente, como consecuencia de este hacer, obtenemos un RESULTADO

Resulta interesante entender que, por otra parte, el paso 2, retroalimenta al 1, lo que quiere decir que el cuento que me cuento determina lo que veo y oigo, pues nuestros cuentos se convierten en la teoría a comprobar por nuestra mente.

Todavía recuerdo a un buen amigo que me decía “A mí, en los restaurantes, los meseros no me hacen caso, te lo juro, es un hecho”. Le expliqué cómo funciona. Le dije que cuando él llama a un mesero para pedirle algo y éste lo atiende, es una evidencia que NO comprueba la teoría de que los meseros no le hacen caso y la mente la desecha, mientras que cuando llama a un mesero y éste pasa de largo, es una evidencia probatoria de su teoría y, la mente, la registra reforzando la historia. Solo “vemos” aquello que comprueba nuestros cuentos.

En el proceso mencionado, el punto importante, es el cuento, ya que lo que determina nuestros estados emocionales, acciones y resultados consecuentes, es justamente el cuento.

A ver si me explico con este ejemplo. Una persona que conozco me dijo “me siento muy triste por que me despidieron” y yo respondí con un “No es así”, confundido me dijo que me equivocaba pues su estado emocional de tristeza sí era provocado por el hecho de haber sido despedido y yo insistí con el mismo “No es así” y agregué “No estás triste porque te hayan despedido, sino por lo que te has contado a partir del hecho de tu despido”. Cayó en cuenta y fue consciente de sus pensamientos: “Desgraciados infelices, cómo se atreven a despedirme, yo que he dedicado horas y horas a esta empresa ¿Ahora qué voy a hacer? ¿Cómo mantendré a mi familia? Estoy perdido”; esto lo condujo a un estado emocional de tristeza (sentir) y a la parálisis (hacer) con el terrible resultado de seguir desempleado.

El proceso de coaching tiene, en parte, que ver con desafiar el lenguaje de quien trabaja en estas sesiones exponiendo sus áreas de oportunidad y sus cuentos en relación a ellas.

Los cuentos que nos contamos, nuestros pensamientos, en ocasiones resultan ser distorsiones cognitivas que, por supuesto, generan distorsiones emocionales. Cuando los desafiamos y cuestionamos, podemos darnos cuenta de lo absurdo que resultan.

He trabajado con personas que expresan cosas como “Todo lo hago mal”, “Todos los hombres son iguales”, “Soy un total fracaso”, por citar algunos ejemplos.

Cuando una persona me dijo justamente “Todo lo hago mal” simplemente le pregunté “¿Todo todo?” y firmemente dijo “¡Sí!” continué preguntando “¿Quién te puso los zapatos esta mañana?”, un tanto sorprendido me dijo “¡Pues yo!” y le dije “Yo veo tu zapato derecho en tu pie derecho y tu zapato izquierdo en tu pie izquierdo ¿Estás seguro que TODO lo haces mal?”. Simplemente no pudo seguir diciendo que su pensamiento era “la realidad”, comprendió que ni él ni ningún ser humano pueden hacerlo TODO mal (ni todo bien). Se hizo consciente de su pensar distorsionado. Entonces le pedí que me dijera un “cuento” diferente, así que expresó “Soy una persona que en ocasiones comete errores, sin embargo, tengo aciertos e incluso más aciertos que errores”, su estado emocional cambió de inmediato.

Así que a partir de los hechos percibidos generamos pensamientos destructivos (“No tengo ganas”, “Seguro fracasaré”), que generan emociones destructivas (cansancio, aburrimiento, desmotivación), para realizar acciones destructivas (quedarse en cama, ver TV incesantemente, no hacer ejercicio) y que, finalmente, producen consecuencias o resultados destructivos (aislamiento, convencimiento de ser un perdedor).

Lo desastroso de esto es que una vez metidos en este proceso, comienza una espiral descendente donde todos los elementos anteriores realimentan al resto, así, las consecuencias realimentan a los pensamientos, emociones y acciones, las acciones realimentan a los pensamientos, emociones y consecuencias, etc.

Lo esperanzador es que el proceso recién mencionado, también puede modificarse por medio de pensamientos constructivos y, así, emociones, acciones y resultados se modificarán de manera que iniciemos una espiral ascendente.

Es adecuado sentir emociones el problema es cuando los pensamientos sufren distorsiones que magnifican las emociones.

Cambian las emociones por estados de ánimo negativos:

• Tristeza (depresión, melancolía, resignación,…)
• Miedo (ansiedad, angustia, fobia,…)
• Enfado (resentimiento, rencor, desprecio,…)

Algunas de las distorsiones cognitivas o pensamientos distorsionados más comunes son:

• Irresponsabilidad: “Me haces enojar”
• Confusión: “Siento que deberíamos…” (“deberíamos” no es emoción sino una interpretación)
• Extremismo: Todo o nada, “Soy un TOTAL fracaso”
• Sobre generalización: Lo malo que pasó, pasará siempre
• Sesgo: Elegir un detalle negativo y concentrarse en él
• Tremendismo: Potenciar el sesgo negativo
• Descalificación: De lo positivo por negativo
• Percepciones “Extra sensoriales”: Lectura de pensamiento o del futuro
• Razonamiento emocional: Emociones como evidencia de opiniones. “Me siento inferior por lo tanto SOY inferior”
• Rotular: Aplicar etiquetas a mí mismo y a los demás

Todas las anteriores son distorsiones que vale la pena cuestionar o desafiar.

Hace muy poco una de mis hermanas me mostró una frase que me parece muy poderosa: “Ni tus peores enemigos te harán tanto daño como tus pensamientos”.

Lo que yo agregaría a la frase anterior es “…ni tus mejores amigos te darán tantos beneficios como tus pensamientos”.

La mente no para, pero podemos controlar lo que nos cuenta. Al final, soy el pensador de mis pensamientos y puedo elegir deliberadamente su contenido.

Necesitamos liberarnos por medio de la mente, quien lo logre tendrá en ella su mejor amiga, el que no, tendrá en ella a su peor enemiga.

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