LOS JUICIOS SOBRE LOS DEMÁS

Hace un tiempo ya, una persona me preguntó «¿Los juicios que hago de las demás personas afecta la manera en que las trato?» y le dije que por supuesto que sí. Yo no trato al otro por lo «irresponsable» que es sino por lo «irresponsable» que yo digo que es. Hay un viejo cuento (alemán, creo) que dice que cuando un granjero perdió su hacha, sospechaba del hijo de su vecino y, a partir de ese momento, el muchacho vestía, caminaba y hablaba como un ladrón; dos semanas más tarde, el granjero encontró su hacha en un cajón y, a partir de ese momento, el muchacho vistió, caminó y habló, como un muchacho perfectamente normal; recuerdo haber leído del caso de un hombre que, habiendo sido herido de bala, al llegar al quirófano de un hospital, le pidió a los doctores «¡Opérenme como si fuera a vivir! ¿Eh? Si me operan como si ‘este hombre ha no tiene remedio’, el resultado será muy diferente»; no olvidemos que nuestros juicios son declaraciones que hacen que veamos al mundo y a las personas, de una u otra manera.

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