El gran Jorge Bucay dijo «La felicidad no me es accesible porque la definimos de manera compleja (estar alegre todo el tiempo, estar conforme con lo que tengo, tener grandes relaciones interpersonales, etc.), para mí es muy simple, la felicidad, primero, tiene que ver con estar sereno y, segundo, es algo que ocurre de la piel para adentro…».
Por otra parte, la oxitocina (además de la dopamina y las endorfinas), es el neurotransmisor que se asocia a nuestra felicidad y bienestar. Lo interesante es que de acuerdo a varios experimentos (El juego de la confianza, por ejemplo, documentado por Paul J. Zak en su libro «La molécula de la felicidad»), está correlacionada con la colaboración y la confianza. Entre más colaboremos y más confianza nos tengamos, más oxitocina aparece en nuestro cerebro y sangre y mayor nivel de felicidad sentimos.
De acuerdo a Carmelo Vázquez y Gonzalo Hervás (en su libro «La ciencia del bienestar»), estudios comprueban que los bienes materiales incrementan nuestra sensación de bienestar temporalmente y, posteriormente, regresamos a nuestro nivel de bienestar previo.
No es lo material, sino las buenas relaciones humanas la mayor fuente de felicidad (vean en TED.com el experimento que Harvard ha conducido con adultos por más de 70 años sobre lo importante de nuestras relaciones y nuestra felicidad).
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