EXPERIMENTADOR VS. NARRADOR

El psicólogo Daniel Kahneman pidió a un grupo de voluntarios que participaran en un experimento compuesto de 3 partes.

La primera era la parte «corta» donde se le pedía a estas personas sumergir la mano en un recipiente lleno de agua muy fría durante 60 segundos. Algo que realmente era doloroso. Pasado ese tiempo se pedía que retiraran su mano.

Le segunda parte era la parte «larga». Se pedía a las personas exactamente lo mismo, meter la mano en un recipiente con agua fría durante 60 segundos. Pasado ese tiempo se agregaba, sin que se dieran cuenta, agua caliente, lo que aumentaba la temperatura haciendo que la experiencia fuera menos dolorosa. Pasados 30 segundos adicionales, se les pedía que retiraran la mano.

En la tercera parte, se pedía a la gente que repitieran alguna de las dos partes anteriores, la «corta» o la «larga», agregando que ellos podían elegir cuál realizar de nuevo. El 80% eligió repetir la parte «larga» que, a pesar de ser 30 segundos más prolongada, recordaban como menos dolorosa.

El experimento de Kahneman reveló que para tomar decisiones intervienen dos yoes diferentes: El experimentador y el narrador.

El experimentador es nuestra consciencia constante. Para este yo, era evidente que repetir la parte «larga» era peor porque, a pesar de ser menos dolorosa, era de mayor duración.

Para el experimentador es imposible decir «si a la experiencia dolorosa de meter la mano en agua fría por 60 segundos, agrego otra experiencia menos dolorosa por otros 30 segundos más, esta experiencia será más atractiva que la parte corta». Para el experimentador lo que cuenta es la experiencia, dolorosa o menos dolorosa. El experimentador decidiría por la parte «corta» sin dudarlo solo porque, aunque dolorosa, dura menos.

Pero entonces ¿Por qué el 80% de los voluntarios decidieron por la parte «larga»? Aquí es donde interviene el yo narrador.

Recuperar recuerdos, contar relatos y tomar grandes decisiones es labor del narrador que tenemos todos. Está atareado contando historias sobre el pasado y haciendo planes para el futuro.

Lo interesante es que las historias que cuenta el narrador no son completas, en cambio, solo toman en cuenta momentos culminantes (los más grandes o importantes) y resultados finales.

El narrador en la parte «corta» recuerda el peor momento (el agua estaba muy fría) y el momento final (el agua seguía muy fría) y saca un «promedio» y concluye «fue una muy mala experiencia». En la parte «larga» el narrador hace lo mismo, recuerda el peor momento (el agua estaba muy fría) y el momento final (el agua no estaba tan fría), saca un «promedio» y concluye «el agua estaba algo más caliente». De acuerdo a estos dos promedios, el narrador decide por la parte «larga» simplemente porque la recuerda como un experiencia menos dolorosa o desagradable.

El propio Kahneman, junto con otro investigador de la Universidad de Toronto, Donald Redelmeier, estudiaron a pacientes de colonoscopias, un proceso sumamente doloroso para diagnosticar afecciones de los intestinos. La pregunta de los médicos sobre este procedimiento era si debían hacer una colonoscopia más breve aunque más dolorosa, o bien, hacerla más lenta y cuidadosamente.

En diferentes experiencias se pedía que los pacientes reportaran su nivel de dolor minuto a minuto en una escala del 0 al 10. En el peor momento de una colonoscopia de 8 minutos de duración el paciente reportó un dolor de nivel 8 y al final de la misma reportó un dolor de nivel 7. Al final, este paciente dijo que su dolor «total» en su caso era de 7.5.

En otro caso en una colonoscopia que duró 24 minutos, en el momento de máximo dolor, el paciente reportó un dolor de nivel 8 y en el último minuto reportó un dolor de nivel 1. Dijo que su dolor «total» en el procedimiento era de 4.5. Aunque, en su caso, el proceso fue de 3 veces mayor duración, no afectó su recuerdo. El narrador sacó el promedio del dolor.

Por eso los pediatras dan un dulce a los niños que visitan su consulta pues, aunque la experiencia puede ser desagradable (como recibir una inyección), los 10 segundos finales de recibir placer, harán que el narrador de estos niños recuerden, en su mayoría, dicha experiencia como positiva.

¿De qué otra manera podemos explicar que una mamá, después de la experiencia traumática de un parto, esté dispuesta a repetirla? De nuevo, su narrador recuerda el momento culmen de la experiencia (el más doloroso) y lo que ocurre al final del parto y los días siguientes, donde las felicitaciones de amigos y familiares y el amor creciente por su hijo provocan que su sistema hormonal genere cortisol y endorfinas que reducen el dolor y, a veces, generen estados de euforia.

La mayoría de las decisiones que tomamos en la vida (pareja, carrera profesional, dónde vivir o ir de vacaciones) las toma nuestro yo narrador al que solo le preocupan los relatos y no tiene interés en las experiencias pues no puede recordarlas completas.

Así pues «experimentamos» diferente el ayuno si es por causas religiosas, si es previo a un examen médico o si es por problemas económicos. El narrador cuenta relatos diferentes, aunque la experiencia sea la misma.

Lo hemos dicho muchas veces, somos seres lingüísticos y nos contamos cuentos para sobrevivir, sin embargo, no debemos olvidar que nuestras historias son eso, solo historias. Analízalas antes de tomar alguna decisión importante ¿Son completas y verdaderas? Sin olvidar que la experiencia influye en el cuento que te cuentas y el cuento influye en las experiencias del futuro.

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