EL ÉXITO INCONDICIONAL

Hace años una persona muy cercana llamó a mi teléfono para decirme que sólo quería hablar conmigo para «desahogarse». Le dije que con gusto lo escuchaba y que me platicara qué le había pasado.

Comentó que había perdido una gran venta de su negocio. Después de meses de trabajo de elaborar propuestas, de negociarlas y de ser aceptadas por el cliente (que en este caso era un gobierno estatal), viajó hasta allá y, a punto de firmar el contrato correspondiente de compra – venta, el funcionario encargado, se detuvo para pedir un «jugoso» porcentaje de la misma como «recompensa» o «remuneración» por la ayuda que mi amigo recibió por parte de él para que su propuesta fuera aceptada.

Mi amigo simplemente se negó a otorgársela pues era algo que iba en contra de su ética de negocios. La reacción no se hizo esperar y, el funcionario, dijo «sin porcentaje, no hay trato».

Con toda su impotencia y rabia, se levantó de la mesa y salió de la sala donde se efectuaba la reunión.
Entendí su molestia y desesperación. No se obtuvo el objetivo, lo cual, además, tenía consecuencias financieras para su empresa. Sin embargo, mi amigo, no alcanzaba a apreciar algo de fondo.

Hace años conocí un modelo conocido como el «Modelo del éxito incondicional» y, realmente, no solo me gusta mucho, sino que me sirve para recobrar la paz en situaciones donde, a pesar de todos nuestros esfuerzos, la meta no es alcanzada.

El modelo dice lo siguiente:

Nuestra consciencia es «alimentada» por cierta información que es de cuatro tipos:

  1. Realidad interna: Nuestros pensamientos y emociones (conscientes o preconscientes)
  2. Realidad externa: Hechos que ocurren en el entorno
  3. Objetivos: Las metas que son autodeterminadas, fijadas por nosotros mismos
  4. Valores: Lo que consideramos ético y que, también, son autodeterminados

Con toda esa información hacemos una elección, tomamos una decisión, la cual, nos lleva a ejecutar una o varias acciones.

Las acciones ejecutadas tienen resultados; llamémoslos, resultados condicionados; se llaman así porque existen condiciones, fuera de nuestro control, que también juegan en los mismos sin importar las acciones que decidimos emprender.

Cuando comparamos estos resultados contra nuestros objetivos (del punto 3 anterior) y coinciden o son mayores, tenemos éxito y, de nuevo, llamémoslo éxito condicionado (si el resultado es condicionado por lo que no controlamos, el resultado, también). Pero ¿Y si los resultados condicionados no empatan a superan a objetivos autodeterminados? Entonces tenemos fracaso (también condicionado), lo que nos lleva a la tristeza, desesperación, frustración.
Sin embargo, está el «otro lado de la moneda» ¿Recuerdan nuestros valores autodeterminados (del punto 4 anterior)?
Independientemente del éxito o fracaso condicionado, siempre podemos comparar nuestras acciones incondicionadas contra nuestros valores autodeterminados (las acciones son incondicionadas porque no dependen más que de nuestras elecciones, que sólo dependen de nosotros mismos, de ninguna manera intervienen aquí factores fuera de nuestro control).

Siempre que nuestras acciones incondicionadas estén alineadas con nuestros valores autodeterminados, obtenemos otra clase de éxito, se llama «el éxito más allá del éxito» o «éxito incondicional».
¿Cuáles son las consecuencias del éxito condicionado? Cada vez que nuestros resultados alcanzan nuestros objetivos obtenemos efectividad, excelencia, satisfacción y alegría.

¿Y las del éxito incondicional? Cada vez que nuestras acciones coinciden con nuestros valores obtenemos integridad, virtud, paz y felicidad incondicional.

Volviendo a nuestra historia, pregunté a mi amigo, después de escucharlo, «Oye ¿Y tus acciones en todo este proceso estuvieron siempre alineadas con tus valores éticos», su respuesta fue un «¡Sí», y agregué, «¿Y cómo te sientes con eso?» y, entonces, casi inmediatamente, sin dejar de lamentar su fracaso condicionado, pudo ver claramente que había actuado de acuerdo a sus valores y recobró la paz. Su conciencia estaba tranquila.

Así, sin importar que alcancemos nuestros objetivos, si actuamos de acuerdo a lo que consideramos correcto, podremos estar tranquilos porque hemos tenido «éxito más allá del éxito».

Abrazo,

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *