¡ASÍ SON LOS LUNES!

Estuve, lunes y martes, en la hermosa ciudad de León, trabajando con un estupendo grupo de ejecutivos de una gran empresa leonesa.

Estuvimos en sesiones de coaching uno a uno. Como siempre, son procesos súper enriquecedores, no solo para el coachee; en mi caso, como coach, siempre salgo fortalecido, con la conciencia ampliada y, como diría uno de mis grandes amigos, «llenito, llenito».

En esta ocasión se trató de una sesión especial, pues cerramos un ciclo de 10 sesiones mensuales que comenzamos en noviembre del 2018. Fue muy significativo.

Cada coachee trabajó su último «quiebre» y terminamos con una reflexión de cierre. Repito, fue muy significativo.

Todos los trabajos fueron interesantes, sin embargo, hoy quiero referirme al breve instante e intercambio de frases que se dio con uno de estos ejecutivos, lo que nos permitió enfatizar una de las ideas más importantes de estos procesos de coaching y del desarrollo humano.

Cuando mi coachee se apareció para su sesión le pregunté «¿Cómo estás?», él me dijo «¡Bien y a las carreras! Como todos los lunes…yo ya sé…si es lunes la agenda está llena y ando todo apresurado»; yo pregunté «¿Así son los lunes?», él dijo «¡Sí, así son!» y, con sarcasmo repliqué «¡Desgraciados lunes! ¿Por qué son así? ¡Valdría la pena hablar con ellos para que cambien! ¿No?». Reímos.

De ahí vino la reflexión reiterada, pues habíamos platicado ya muchas veces de esto. Somos seres lingüísticos, nuestro lenguaje o bien describe (y no pasa nada) o genera (y todo cambia o impide que cambie); es este último, el lenguaje generativo, el más poderoso ¡Somos seres lingüísticos! Vamos construyendo nuestra realidad por medio de nuestro lenguaje (pensado y/o hablado).

El psicólogo y farmacéutico Émile Coué, en 1920, usaba la hipnosis para ayudar a la gente a cambiar sus vidas; un buen día fue a su consultorio y dijo a sus colegas «Yo ya no necesito hacer hipnosis…ni siquiera necesitamos que otra persona nos haga hipnosis», sus colegas «se le fueron encima»; agregó «Uno mismo se puede auto hipnotizar»; sus colegas le dijeron «Eso es imposible» y él dijo «¿Cómo va a ser imposible si lo hacemos todo el tiempo?»; todo el tiempo nos estamos auto hipnotizando, auto sugestionando, auto programando, por medio de lo que nos decimos y pensamos.

No en vano, el experto en programación neuro lingüística Robert Dilts, autor de «El poder de la palabra» dice: «El lenguaje constituye uno de los componentes fundamentales a partir de los cuales construimos nuestros modelos mentales del mundo, y puede ejercer una tremenda influencia sobre el modo en que percibimos la realidad y respondemos ante ella».

Los lunes (y la vida, sin negar la realidad) no «son así», los hacemos así (al final, mi coachee reconoció que él decide que sus lunes sean así…y así está bien), sin embargo, al decir «los lunes son así», estamos «reconociendo» que «no soy yo» sino «los lunes» los culpables de que «yo ande a las carreras».

El lenguaje que construyo también me da poder o me lo quita.

Termino con las palabras de Sigmund Freud sobre este tema: «Palabras y magia fueron al principio una y la misma cosa, e incluso hoy las palabras siguen reteniendo gran parte de su poder mágico. Con ellas podemos darnos unos a otros la mayor felicidad o la más grande de las desesperaciones, con ellas imparte el maestro sus enseñanzas a sus discípulos, con ellas arrastra el orador a quienes le escuchan, determinando sus juicios y sus decisiones. Las palabras apelan a las emociones y constituyen, de forma universal, el medio a través del cual influimos a nuestros congéneres.».

Abrazo,

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