ES MARAVILLOSO

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Gracias a un proceso de certificación de coaching que realicé, allá por el 2006, me topé con la maravillosa obra de Fredy Kofman, en tres tomos, llamada “Metamanagement” quien cita la obra de muchos otros genios, entre ellos a Leonard E. Read, autor de un sencillo pero increíble ensayo.

Antes de hablar de dicho ensayo quiero citar al sabio G.K. Chesteron (curiosamente citado por Read) quien dijo “Estamos pereciendo por falta de asombro, no por falta de maravillas”.

Desde esta mañana y a lo largo del día he hecho una serie de cosas como algo de ejercicio, tomar una ducha, desayunar un cereal con leche bien fría, poner música en mi computadora, escribir este texto, lavar algo de ropa, etc.

Se preguntarán “¿Y a mí que?”.

Pues nada, que haciendo todo esto, vino a mi mente aquel ensayo de Leonard E. Read que se llama “Yo, el Lápiz” (puedes encontrarlo en internet).

Read hace que quien nos hable, por medio de su texto, sea un simple lápiz, el cual, nos pone a pensar. Este personaje dice “Tan simple como parezco ser, merezco su asombro y sobrecogimiento…si pueden llegar a ser conscientes de lo milagroso que yo simbolizo, pueden ayudar a salvar la libertad que la humanidad está perdiendo de manera tan desdichada”.

El lápiz nos habla de su genealogía que, dicho de otra forma, es en este caso, una descripción de sus “antecedentes”, explicándonos la cantidad de millones de personas, conocimientos y habilidades que fueron necesarias para producirlo.

Conecta a un leñador de Oregon, quien tala los cedros necesarios para producir un lápiz, con un cultivador de una baya de café de Brasil, que permite a este leñador beber una buena taza antes de iniciar su jornada. Los antecedentes de este dichoso lápiz son innumerables.

Son millones de personas y actividades correlacionadas para producir cada uno de los elementos que lo componen: La mina de grafito, la laca (para la superficie del lápiz), la goma de borrar, la coronilla de latón, etc.

Las actividades que he realizado en lo que va del día, decía yo, me recordó a Leonard E. Read y su ensayo, pues fui consciente de la cantidad de cosas maravillosas que uso a diario y que doy por sentadas cada día y, también, de mi terrible pérdida de asombro.

Millones de personas y sus habilidades permitieron que yo escribiera este texto, por ejemplo.

No hay una “mano maestra” que nos coordina, es sólo nuestro empeño de aportar nuestros conocimientos y habilidades para producir los bienes y servicios que terminarán siendo usados por otros, incluidos nosotros mismos.

Detrás de todo esto hay un elemento que no quiero olvidar…NUESTRA COLABORACIÓN.

Es ésta la que permite que exista todo esto y que yo no pierda mi capacidad de asombro.

Abrazo,

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