HAGO LO QUE ME GUSTA O ME GUSTA LO QUE HAGO

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Hace tiempo estuve dando servicios de consultoría a una gran empresa cliente de mi compañía.

Había un gerente bastante turbado en relación a uno de sus colaboradores pues por más que había intentado motivarlo para hacer su trabajo con entusiasmo no lo había logrado y, ya habían pasado meses así.

Me confió su problema y le pedí que me permitiera hablar con su colaborador.

Unos minutos más tarde, regresé con el gerente y curioso me preguntó que cómo me había ido y le dije «En realidad fue sencillo, solo hice una pregunta a tu colaborador, le pregunté si le gustaba su trabajo y me dijo que NO ¿Tú sabías esto?».

Una de las principales tareas de los jefes en los organizaciones, y esto de acuerdo a muchas investigaciones y modelos de liderazgo, es la de motivar a los miembros de su equipo.

Invierten mucho esfuerzo en hacerlo y, a veces, con pocos resultados. Usan diferentes medios como permisos, bonos económicos, planes de crecimiento y desarrollo, etc., dejando de lado quizás el más importante, el alinear el trabajo de cada persona con aquello que más les apasiona y para lo que son muy buenos.

Lo he visto un sinnúmero de ocasiones. Cuando las personas hacen aquello que está relacionado con sus talentos, es decir, aquello que más les gusta hacer y para lo que son buenos, la motivación es duradera.

Pero ¿Qué es un talento? Los expertos nos dicen que un talento es un patrón recurrente de pensamientos, sentimientos o comportamientos que son productivamente aplicados.

La tarea de un líder es aumentar la motivación de sus colaboradores alineando sus trabajos con sus talentos, de tal manera que ellos puedan expresar con entusiasmo «¡Hago lo que me gusta!»

Muchos jefes me han preguntado cómo hacer para motivar a sus colaboradores de manera sostenida en sus trabajos. La receta es esta. Mientras las personas digan que hacen aquello que les gusta es porque sus actividades laborales están relacionadas con sus talentos.

Para esto el jefe de observar y conversar con ellos para descubrir sus talentos y, entonces, emparejar trabajo y talento.

Por otra parte, siempre existen actividades en los trabajos de los colaboradores que requieren ser realizadas a pesar de no tener que ver con su pasión. Seguir procedimientos y políticas, realizar tareas cotidianas burocráticas, cumplir con ciertas normas, etc.

Esta es la otra cara de la moneda. Es aquí donde la habilidad del jefe consiste en lograr que su gente diga ahora «Me gusta lo que hago», aunque no tenga que ver con sus talentos.

En estos casos se trata de hacer que la gente haga lo que «toca» hacer.

En mi experiencia en decenas de casos con diferentes empresas, lo más efectivo en estas circunstancias es hablar de consecuencias.

Cuando la gente entiende las consecuencias positivas de hacer estas tareas, así como las consecuencias negativas que habría de no hacerlas, aumenta la motivación para llevarlas a cabo.

En resumen:

Hago lo que me gusta = Alinear puestos con talentos

Me gusta lo que hago = Consecuencias positivas y negativas del cambio

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