YO Y LO DEMÁS, ENTONCES, RESULTADOS

Hace tan solo unos días, desde la fecha en que escribo este texto, estuve trabajando en el seguimiento a las tareas que dejé a un grupo de personas en relación a la puesta en práctica de principios de colaboración y herramientas conversacionales basadas en el Metamanagement, concepto que uso para la mejora de la coordinación de acciones entre personas y equipos para la mejora de resultados tanto individuales como colectivos por medio, precisamente, de las conversaciones colaborativas.

Ya he escrito al respecto, pero vale la pena recordarlo. Los conceptos que subyacen a la práctica de lo antes mencionado son básicamente dos:

1. La fórmula que nos dice que los resultados, lo que obtengo en la vida en cualquiera de sus ámbitos, son consecuencia de restar dos variables, mi capacidad de respuesta o respons[h]abilidad (lo que yo puedo hacer o dejar de hacer, las acciones que puedo emprender y que dependen solo de mí) y el desafío ambiental (todo aquello que no controlo), es decir, R = CR – DA; siempre que mi CR sea mayor que lo que no controlo, o sea, DA, invariablemente el resultado será positivo

2. Los dos roles que una persona puede jugar frente a los retos de la vida: Víctima o Protagonista; dichos roles, relacionados a la fórmula anterior, reaccionan de maneras diferentes cuando el resultado es negativo o no deseado; la víctima elimina completamente la variable CR y culpa TOTALMENTE a DA, a aquello que no controla, mientras que el protagonista, ante un resultado adverso, reconoce que hubo un DA incontrolable y que su CR no fue suficientemente grande para vencerlo, pero no se detiene ahí, piensa en diseñar maneras para aumentar su CR para que este resultado no se repita; no cuenta con la garantía de que así será en el futuro sino que busca aumentar la probabilidad de que R sea positivo la próxima vez, que es lo que llamamos aprendizaje

Regresando a la sesión de seguimiento mencionada al inicio de este texto, hubo una persona que, cuando hablamos de esta fórmula, me dijo “creo que en ocasiones esta fórmula puede resultar injusta pues existen situaciones particulares donde efectivamente, cuando el resultado es negativo, YO no tengo nada que ver”.

Entendamos que tener un resultado negativo no es un indicador de que soy una mala persona, cosa que la víctima suele pensar de tal manera que, si es el caso, busca todo el tiempo demostrar su inocencia para proteger su imagen, erradicándo – se de la situación diciendo “yo no fui, no tuve nada que ver, la culpa es de…”.

Es un engaño pensar que en mis resultados yo no tengo ninguna participación.

Cuando la persona en cuestión me dijo que “hay situaciones en que yo no tengo nada que ver”, le planteé un caso como el de la gente que en Nueva Orleans lo perdió todo ante el paso del huracán Katrina. Le pregunté “En este resultado ¿Estas personas no tuvieron nada que ver?” y su respuesta categórica fue “No”, así que agregué “Sí, ellas tuvieron algo que ver en la pérdida de su patrimonio, pues ellas decidieron tiempo atrás, vivir en Nueva Orleans”.

Sé que a algunos les parece un enfoque injusto, sin embargo, no lo es. Si ellos hubieran decidido vivir en otra ciudad, no hubieran perdido todo.

Recientemente, di un par de talleres de liderazgo a un par de grupos de personas para una empresa en la ciudad de Monterrey. La empresa acordó conmigo ponerme un transporte que me llevara de mi lugar de hospedaje a donde se realizaría el evento. Un día antes les pregunté que a qué horas estarían por mí y me dijeron que a las 8:00 horas por la mañana. El transporte jamás llegó, hablé con los encargados y me pidieron que tomara un taxi por mi cuenta para llegar al evento. Evidentemente llegué tarde.

El siguiente día, para el taller con el segundo grupo, el transporte llegó por mí poco después de las 8:00, sin embargo, a unos kilómetros de llegar al lugar hubo un terrible accidente que nos mantuvo detenidos por más de 30 minutos. Llegué tarde de nuevo.

Una persona de este segundo grupo y a quien anteriormente le di a conocer la fórmula mencionada y los dos roles que podemos jugar (víctima y protagonista), me dijo que si pensaba dar una explicación de mi resultado negativo, como víctima, culpando a DA (la ausencia del transporte el primer día y el accidente del segundo día).

Le dije que reconocía ambos hechos (DA) en los dos días en que mi resultado no fue el que yo deseaba, llegar temprano; sin embargo, le dije que pensaría creativamente diferentes opciones para aumentar la probabilidad de que este resultado no se repitiera, es decir, que reconociendo la existencia de DA, buscaría aumentar mi CR. Si bien, esto no garantiza evitar el resultado negativo, si disminuye la probabilidad de repetirlo.

La extrañeza del grupo fue evidente. Dijeron “Pero al llegar tarde los dos días, tú no tuviste nada que ver” y les dije “Sí, yo elegí tener con ustedes estos dos talleres estos dos días, de no haberlo decidido así, no hubiera llegado tarde”.

La semana pasada estuve en una sesión con ejecutivos de una empresa en CDMX.

Conociendo cómo la carretera de Querétaro (donde vivo) a la Ciudad de México, así como el tráfico de ambas, “no tienen palabra de honor”, propuse ir a dormir a la ciudad una noche antes y poder así aumentar la probabilidad de llegar a tiempo a mi compromiso.

Con diversos pendientes por resolver ese día, decidí no ir a dormir a CDMX y viajar muy temprano en autobús para allá. Mi compromiso estaba pactado para comenzar a las 9:30 horas por la mañana, así que elegí un autobús para salir de Querétaro a las 4:30 horas. Apenas unos 20 minutos de camino por carretera, el autobús se detuvo, la cabina del operador de abrió y éste nos dijo que unos kilómetros más adelante había un accidente que podría detenernos por horas en nuestro viaje, que decidió regresar a Querétaro y desde ahí tomar otro camino para librar el accidente (aumentando su CR).

En lugar de llegar a mi destino a las 7:30 arribé a las 8:30. Desde la terminal todavía era necesario tomar un taxi para llegar a las oficinas de mi cliente. Desconocía la distancia entre los dos puntos así como el tiempo para llegar. Solo esperaba que no fuera demasiado y pudiera llegar antes de las 9:30.

Estuve en el lugar acordado a las 9:20, preparé mi espacio para dar el taller convenido y estuve listo justo un minuto antes de la hora acordada. Quince minutos después, comenzaron a llegar los participantes, todos tarde, todos explicando que su impuntualidad fue causada por el terrible tráfico de la ciudad. Alegando inocencia, explicaron su fallo en el resultado de llegar a tiempo. Ninguno reconoció no haber salido a tiempo de su casa.

En este caso, salir a las 4:30 en el autobús, no me garantizaba estar a tiempo para mi compromiso, pero aumentó la probabilidad de que así sucediera, a pesar el accidente carretero y el “terrible” tráfico de la ciudad.

Ser un protagonista es un rol que puedes elegir, así como el de la víctima. Ser protagonista, tanto como víctima, es un estilo o filosofía de vida. El primero es productivo, el segundo, lo contrario.

Cuando entiendas que siempre tienes algo que ver en los resultados que obtienes a pesar de que existen circunstancias incontrolables, cuando a pesar de que éstas sean enormes, reconoces tu participación en la obtención de tus resultados, positivos o negativos, estarás asumiendo el rol del protagonista y estarás preguntándote todo el tiempo cómo puedo hacer para no repetir lo malo y sí repetir lo bueno aumentando todo el tiempo tu capacidad de respuesta, tu respons[h]abilidad.

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