VALORES QUE COMPITEN

¿Dónde hay más sufrimiento, en no obtener lo que quiero o en obtener lo que no quiero? ¡Wow!


Suponemos que obtener lo que quiero, necesariamente significa obtener lo que no quiero. Ya sé, parece un trabalenguas. Me explico.


Un ejecutivo no pedía vacaciones pero deseaba tenerlas, estaba comprometido con el descanso y la recreación; por otra parte, temía parecer un haragán y, si pedía sus vacaciones, odiaba la idea de la frustración de una negativa de su jefe.


¿Qué sería más fuente de sufrimiento, no obtener el descanso y la recreación (no obtener lo que quiero) u obtener la frustración de una negativa del jefe (obtener lo que no quiero)? En «su cuento» es mayor el sufrimiento de la frustración de una negativa del pedido de vacaciones ¿Entonces? ¡Mejor no pido vacaciones!


Terminamos por no hacer cosas porque pensamos que no obtener lo que quiero es menos malo que obtener lo que no quiero. Vivimos para no sufrir, en lugar de vivir para gozar. Una vida miserable.


Hasta los más sanos, tenemos subpersonalidades, tenemos valores conscientes y tenemos valores subconscientes de los que no nos damos cuenta. Estos valores compiten y nos mantienen en un equilibrio dinámico, que nos sujetan y que nos impiden hacer cambios.


Conocí a un ejecutivo que me decía «Quiero que mis colaboradores se desarrollen y sean autónomos, que tomen sus propias decisiones y las ejecuten» y le pregunté «¿Y qué haces en contra?» y me dijo «¡Los superviso constantemente, no dejo que tomen sus propias decisiones, y hasta me enojo cuando deciden cosas sin avisarme!»; «¿Porque si no los revisas constantemente, qué?» respondí; «Pueden cometer errores y mi imagen puede dañarse» dijo; le pedí que me diera evidencia de lo contrario «¿Cuándo hicieron cosas equivocadas en que tu imagen no quedó dañada?»; fueron muchas. Tendía a pensar que obtener lo que quería (la autonomía de sus colaboradores) implicaba obtener lo que no quería (dañar su imagen).


Somos puros cuentos; tendemos a creernos lo que nos contamos a nosotros mismos o a creer lo que los demás nos dicen.


Cuando no cambiamos es que existen valores (dos, uno consciente y otro subconsciente) que nos mantienen en un equilibrio dinámico, «atorados», no podemos cambiar.


El tema es conocer cuál es ese valor que nos tiene atorados, ese valor del que nos hemos contado cuentos. Por ejemplo «¡No sé decir que NO, porque si digo que no, no soy amable y si no soy amable, me quedaré sólo»; ¡¡¿Es verdad?!! ¡Es un cuento! ¡Valores contrarios que compiten entre sí mismos!


Solemos tratar nuestros supuestos cuestionables como verdades dogmáticas.


Abrazo,

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