Los seres humanos, como cualquier otro animal, reaccionamos ante cualquier amenaza, con dos mecanismos, atacar o huir.
En la mayoría de los casos en nuestras relaciones interpersonales «amenazantes», nuestra forma de huir es el silencio y nuestra forma de atacar es la violencia verbal, dos caras de una misma moneda (no estoy hablando de huir o atacar físicamente ante un hecho que atente contra nuestra existencia, sino de nuestras relaciones cotidianas con jefes, colegas, pareja, amigos, vecinos, etc.).
Cuando una conversación o confrontación se vuelve crucial para llegar a un acuerdo o solucionar algún problema, y queremos avanzar, hay un ingrediente fundamental, se llama seguridad psicológica o emocional. Necesitamos crear un ambiente no amenazante.
La asertividad consiste en poder tener la posibilidad de expresar lo que pienso y siento de manera respetuosa y sin guardarme nada. Algunos dicen que el diálogo es un flujo libre de significados en donde yo no sea criticado o juzgado, ni el otro.
Como dijo el biólogo Humberto Maturana, «Todo lo dicho es dicho por alguien». Cuando entendamos que, aunque la realidad es una sola, la vemos de manera diferente y aprendamos a respetar que así la vemos, diferente, podremos tener una mejor relación con los demás, tener mejores relaciones y llegar a acuerdos de una manera no violenta (activa o pasiva).
Saludos,
Juan Carlos Puerta
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