DE LAS RELACIONES DE PAREJA (Y OTRAS RELACIONES)

Estoy divorciado.

Sí, lo sé, algunos piensan «¿Y éste cómo se atreve a hablar de las relaciones de pareja y otras relaciones interpersonales después de haber tenido un fracaso, una relación fallida?. Incluso, parte de mi trabajo hoy en día tiene como objetivo mejorar las relaciones entre los seres humanos y lograr la colaboración, la mejora de la auto estima, la integración del desarrollo personal a un nivel más profundo y consciente.

En varias ocasiones algunos me «desautorizan» para hablar o enseñar esto por el hecho de tener un divorcio en mi currículum de vida cuando, en realidad, ese suceso en mi historia, me ha dado más aprendizaje para hablar de este tema (sin llegar a ser experto).

Personalmente, confío más en los exitosos que han tenido, en el proceso de serlo, varios fracasos. Me parece que tienen un éxito más sólido pues proviene del aprendizaje. Nomás acuérdense de que uno de los factores clave de fracaso en la tragedia del Titanic fue que la compañía naviera contrató al capitán Edward John Smith, y precisamente lo contrató por su impecable carrera sin ningún fracaso o incidente; ante la crisis del Titanic, el pobre capitán Smith, no supo que hacer, nunca aprendió de alguna experiencia semejante en su pasado, pues nunca las tuvo.

Más allá de esto, seguiré con esta reflexión.

Acabo de leer esto: «Si sabes cómo relacionarte con tu marido o tu esposa no estás verdaderamente casado, simplemente estás aplicando psicología. Siempre que una relación es real se está creando y recreando de momento a momento».

Más allá del matrimonio, las relaciones de pareja se complicaron a lo largo del tiempo pues pusimos en el vínculo entre dos personas tres elementos que podrían parecer incompatibles: El amor romántico, el sexo y la monogamia.

Históricamente, en la cultura griega las parejas tenían sexo y matrimonio, pero reservaba el romance era para las relaciones entre hombres y muchachos; en el amor de pareja del siglo XII, del que vienen nuestras ideas del romanticismo, el amor entre el hombre y la mujer estaba formalmente separado del matrimonio; no fue hasta el siglo XIX que los victorianos tuvieron una visión del matrimonio basada en ideales románticos, pero lo excluido era el sexo: la mujer era considerada «enferma» si tenía deseo o placer sexual, eso era para las prostitutas.

En las sociedades «tradicionales», el matrimonio era arreglado y tenía fines muy particulares: la familia, la seguridad, la salud, el estatus, la preservación del poder,…, el amor no tenía cabida como elemento para una relación duradera entre dos personas; en realidad, es algo «nuevo» el tratar de juntar amor romántico, sexo y monogamia (matrimonio) en un sólo vínculo. Por eso decía la antropóloga Margaret Mead «Es una de las relaciones matrimoniales más difíciles que la raza humana ha inventado». Ojo, difícil no significa imposible.

Así que me gustaría «verter» algunas ideas en las que podríamos reflexionar y trabajar para la mejora de la relación de pareja (algunos de estos conceptos aplican para otras relaciones):

1) Autoestima sana: Ya he hablado de ella en otras ocasiones; tiene que ver con dos creencias que tengo sobre mí mismo: Mi capacidad para lidiar con los retos de la vida diaria y mi merecimiento de la felicidad; se desarrolla con 6 prácticas: Vivir conscientemente, auto aceptarme, ser responsable y asumir consecuencias, tener la capacidad de la auto afirmación, vivir con un propósito de obtener lo que deseo y vivir íntegramente.

2) Voltear a verme a mí: Es usual que cuando alguien tiene problemas de pareja y les preguntas que es lo que pasa, hablan del otro como la causa de los conflictos; «Es que él no entiende…», «Ella es muy demandante…», «El otro no es detallista…»; todos quieren hablar del otro; empezar a ser conscientes de «qué me pasa con lo que pasa» y cómo estoy YO contribuyendo en esta situación, mejorará la relación

3) La pareja ideal: NO existe, es ficción; muchos llegamos al matrimonio con esa idea y con el tiempo resulta que el otro no es el ideal, así que terminamos decidiendo terminar, buscar a alguien más y culminar teniendo las mismas conversaciones con otro interlocutor; el otro es como es y punto ¿Cómo le voy a hacer para que siendo el otro así (y yo como soy) sigamos adelante juntos?

4) Mi otra mitad: Si la relación de pareja está enfocada en que el otro «me complete» está destinada al fracaso; dos mitades no hacen una pareja, dos completos, sí; se necesita desarrollar lo que me falta, proveérmelo yo mismo y no esperar que el otro «me lo dé»; se llama integración, integrarme, «No quiero ser más perfecto, sino más completo» dijo alguna vez San Agustín

5) Mis negaciones: Si critico algo del otro es porque consciente o subconscientemente niego en mí parte de lo que critico; «Mi esposa es muy tranquila, debería ser más activa», probablemente estés negando tu incapacidad de estar tranquilo

6) Las parejas se juntan por los mismas razones por las que se separan; en las primeras etapas «admiramos» en el otro lo que yo no tengo, en etapas posteriores, terminamos «odiando» lo que tanto nos atraía (relacionado con el punto anterior)

7) El niño herido: Tenemos una «herida primigenia»; de niños los dolores que no pudimos expresar en nuestra infancia (con nuestros padres u otras figuras de «autoridad») los traemos en nuestra «mochila» y los enojos no resueltos en el pasado los actuamos en el presente con el otro; se necesita dejar de culpar al otro y ver que me pasa a mí en las situaciones con mi pareja

En fin, puede haber muchos otros. Espero que sean de utilidad.

Termino con esta frase: «Enamorarse, es amar las coincidencias; Amar, es enamorarse de las diferencias».

¡Vivan las relaciones de pareja!

Abrazo,

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