AFIRMACIONES

Los metafísicos las llaman decretos, yo y muchos más las llamamos afirmaciones. Sin importar su nombre, su impacto en la generación de nuevas creencias en relación a la persona que queremos ser, lo que deseamos tener o lo que queremos hacer (en resumen, metas y hábitos de comportamiento), es profundo y poderoso.

Nuestro cerebro pesa 1.3 kilogramos en promedio. El cerebro y mente no son lo mismo. El cerebro es el órgano, la mente es este órgano vivo. La mente se acaba al morirnos pues el cerebro ya no vive más. Aunque el cerebro es uno solo, en él existen dos mentes, la consciente y la mente subconsciente.

La batalla entre la mente consciente y la mente subconsciente siembre la gana la mente subconsciente, si la dejamos. No permitir que gane requiere mucho esfuerzo.

Si la masa cerebral ocupada por nuestra mente consciente es del 17%, la ocupada por la subconsciente es del 83%; la velocidad del impulso eléctrico en la mente consciente va de 192 a 224 kilómetros por hora, en la mente subconsciente es de 160,000 kilómetros por hora; los bits por segundo procesados por la mente consciente son 2,000 mientras que en la mente subconsciente son 400 mil millones; nuestra percepción y conducta diarias conscientes son de 2 a 4%, mientras que las subconscientes van del 96 a 98%, etc.

“Hasta que el subconsciente no se haga consciente, el subconsciente dirigirá tu vida y tú le llamarás destino”, decía Carl Gustav Jung, médico psiquiatra, psicólogo y ensayista suizo.

La mente subconsciente no es controlable pero si programable y para ello contamos con nuestra mente consciente.

Para “recablear” nuestro cerebro, es decir, generar nuevas creencias poderosas (conductos neuronales) alineadas con nuestras metas deseadas para el futuro y con los hábitos de comportamiento productivos (o suspender los improductivos), la REPETICIÓN es la clave.

Repetir una frase o pensamiento (afirmaciones, de las que hablaré más tarde), repetir una acción o poner atención en algo de manera repetida hace que nuestro cerebro se modifique a un nivel profundo y poderoso. Nuestro cerebro se modifica diariamente, se llama neuroplasticidad, pero a un nivel más fuerte y arraigado, la modificación cerebral, se logra mediante la repetición

“Si lo crees lo que creas”, o bien, “no actúas de acuerdo a la verdad sino de acuerdo a lo que crees que es la verdad”.

Este “recableado” cerebral es exactamente generar nuevas creencias poderosas a nivel subconsciente e, instaladas ahí, el subconsciente comienza a corregir la realidad (ser, tener y/o hacer) para que se parezca a la nueva realidad mental.

Ya hemos hablando antes de la “disonancia cognitiva”, documentada por el psicólogo León Festinger, en 1957, explicando que dos ideas disonantes (opuestas) no tienen cabida en nuestra mente de manera simultánea. Una de estas imágenes proviene de la realidad externa mientras, que la otra, de nuestras creencias. Es decir, que una disonancia es la diferencia entre la realidad percibida y una creencia.

La mente pide “a gritos” que, o bien, corrijamos la imagen mental, o bien, la imagen real. Si corregir la imagen interna requiere tiempo y repetición, probablemente, será más fácil adecuar lo que está “allá afuera” para que “empate” con la realidad interna. Por eso corregimos nuestra realidad ¡Si lo crees lo creas!

Los cambios significativos y duraderos son lo que ocurren de adentro hacia afuera. Siempre será más productivo modificar nuestro interior, generar nuevas creencias y con ellas en la mente, la regla seguirá funcionando ¡Si lo crees lo creas! Ahora crearás tu nueva realidad mental, allá fuera.

Dije anteriormente que la repetición, en la formación de nuevas creencias, es la clave. Repetir pensamientos, repetir acciones o poner atención repetidas en imágenes.

La “más popular” de estas repeticiones, al menos en mi experiencia, es la de pensamientos.

Mi primer contacto con este concepto de pensamientos productivos repetidos, llamados AFIRMACIONES, fue cuando me certifiqué como facilitador master para México y América Latina para una empresa americana dedicada a la capacitación para el desarrollo del potencial humano.

He leído al respecto: “La práctica integral de vida” de Ken Wilber, “Smart talk” de Lou Tice, “The answer” de John Assaraf, “El poder de la palabra” de Robert Dilts, “Coaching para la transformación personal” de Lidia Muradep, “The art of possibility” de Rosamund Stone Zander y Benjamin Zander, etc.

Todos estos autores, y sus respectivas investigaciones, apuntan en la misma dirección. Las afirmaciones (frases poderosas alineadas con lo que deseamos en el futuro) repetidas una y otra vez, cambiarán nuestra realidad mental (creencias) y, por ende, nuestra realidad externa.

Así que hablemos un poco más a detalle de ellas.

Las afirmaciones son, como dije antes, frases poderosas para repetir, son mensajes para la mente subconsciente. Su uso práctico encausa nuestra “intencionalidad”, nuestra voluntad de cambiar y obtener lo deseado. Son útiles cuando uno está realmente dispuesto a cambiar su propia vida.

Sólo cuando su puesta en práctica (su repetición) tiene una intención clara, rigurosa y madura, puede ocasionar cambios extraordinarios, de otra manera, si se hace superficialmente y de “dientes para afuera”, el ejercicio puede volverse inútil y hasta absurdo.

Su práctica parte de la imagen clara de una realidad posible en nuestro futuro. Pareciera como dibujar algo en la arena de una playa mientras pensamos “¡Esto será realidad!”. La formalización de esa imagen deseada en una afirmación y su repetición diaria acaba sintonizándonos con nuestra intención.

Pensemos pues en nuestros deseos posibles para el futuro en el ser, hacer y tener y formulemos afirmaciones para cada uno de ellos considerando lo siguiente:

  1. Esbozarlas en tiempo presente; el tiempo de la mente subconsciente, para quien son estos mensajes repetidos, es el presente
  2. Formularlas en positivo; en lugar de “No me alimento con comida chatarra”, mejor sería “Me alimento con comida sana y deliciosa”
  3. Que sean emocionales; aunque no muy largas, tampoco conviene que sean “simplonas”, entre más ricas y emocionantes sean, el proceso de su repetición se volverá más poderoso y más rápido el cambio mental
  4. En primera persona ¡Yo!
  5. Que sean creíbles para ti, expresadas en formas lo más cercanas a lo posible
  6. Que sean inspiradoras, pues lo emocional depende de ello
  7. Repetir, repetir, repetir…cada una todos los días
  8. Actuar consistentemente con las afirmaciones
  9. Si son nuevas, vivirlas gradualmente; por supuesto, las afirmaciones cambian con el tiempo (como nuestros deseos), así que, cuando sea necesario, es conveniente deshacerse de las anteriores y generar nuevas

¡La práctica de las afirmaciones funciona!

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