¿DÓNDE? ¿DÓNDE ESTÁ LA CAUSA?

He estado leyendo recientemente sobre las religiones, su historia y sus orígenes; las animistas (hadas, seres mágicos), las politeístas, las monoteístas, las dualistas, las que se rigen no por un poder supremo sino por leyes naturales más allá de la existencia de uno o varios dioses (jainismo, confucianismo, taoismo, budismo, estoicismo, cinismo, epicureismo).

Este preámbulo, no es para hablar de religiones en general, pero sí de una en particular cuya figura central no es un dios sino un ser humano, Siddharta Gautama, es decir, quiero hablar del budismo.

No busco obtener conversos. En realidad, lo que me interesa es hablar de lo que movió a Gautama a vagar durante 6 años en busca de una respuesta. Su motivo fue el sufrimiento del ser humano. Las calamidades como la guerra o la peste, o bien, la ansiedad, la frustración o el descontento.

No parece haber tregua, el sufrimiento está ligado a la existencia humana ¿Podemos hacer algo al respecto? Se preguntaba el joven Gautama a sus 29 años antes de viajar.

Finalmente, descubrió que sin importar la circunstancias, el sufrimiento está causado por las pautas de comportamiento de nuestra propia mente. Gautama hablaba de un comportamiento mental en particular, el deseo ¡Ahí está la causa!

Cuando sentimos tristeza deseamos que termine, lo mismo con el dolor, o bien, cuando sentimos alegría deseamos que perdure.

La mente siempre está insatisfecha e inquieta. El deseo no deja de inquietarla.

Pero cómo podemos detener el deseo y con él el sufrimiento. Cuando la mente comprende que las cosas son como son, agradables o desagradables, entonces no hay sufrimiento.

Como Byron Katie dice en «Amar lo que es», «Si peleas con la realidad, perderás, pero sólo el 100% de las veces».

No pretendo que acabemos con el deseo, sino que, primero, con él en mente, entendamos que las cosas son como son y, entonces, podamos ver nuestras opciones para mejorar.

Aceptar nuestras circunstancias como son, nos dará serenidad, para ver opciones y aniquilar el sufrimiento causado por el deseo que esperamos que algo o alguien más satisfaga.

Abrazo,

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