
Dicen por ahí «Las emociones son buenas consejeras pero muy malas dueñas». Desde este punto de vista podemos comprender que sentir una emoción no tiene nada de malo, pero convertirse en una posesión de ellas nos pone en una posición de desventaja frente al desempeño funcional en nuestra vida.
Es cierto que en situaciones particulares podemos sufrir un secuestro emocional (cuando las amígdalas de nuestro sistema límbico o cerebro paleo mamífero, escapan al control de nuestro neocortex o lóbulos frontales – cerebro neo mamífero) y nuestra respuesta será puramente instintiva (atacar o huir).
Sin embargo, en la mayoría de los casos y gracias a nuestra habilidad de auto conciencia podemos analizar nuestras emociones y los pensamientos que les dan origen.
Es adecuado sentir emociones, el problema es cuando los pensamientos sufren distorsiones que magnifican las emociones (que vuelven a distorsionar nuestros pensamientos en un ciclo «sin fin»). Algunos ejemplos:
* Irresponsabilidad: «ME haces enojar»
* Confusión: «Siento que deberíamos…» («deberíamos» no es emoción sino interpretación)
* Extremismo: «Soy un TOTAL fracaso»
* Sobre generalización: Lo malo que pasó, pasará siempre
* Sesgo: Elegir un detalle negativo y concentrarse en él
Hay muchos más (Tremendismo, descalificación, percepciones «extra sensoriales», razonamiento emocional, rotular o poner etiquetas).
En la mayor parte de los casos, es el pensamiento el que genera una emoción. La emoción es la alarma que nos indica que algún pensamiento arribó a nuestra mente, generándola.
Cuida lo que piensas y lograrás emociones constructivas.
Abrazo,
Deja una respuesta