
Dicen por ahí que «Nunca eres inocente de los problemas que tienes».
Hace años, en sesión de coaching grupal que yo dirigía, una mujer se quejaba «¡Estoy harta de tener que hacerlo todo yo! ¡Tengo un negocio con un par de socios huevones! ¡Ellos nunca hacen nada y yo lo hago todo!»
En cuanto terminó la frase, le pedí que la repitiera para que hiciera conciencia de lo que estaba diciendo y su participación en su problema (ella creía que era inocente de su desgracia). Fue necesario que lo dijera varias veces.
Al cuarto intento (más o menos), abrió los ojos desmesuradamente y dijo «¿Será que ellos son huevones porque yo hago todo?» a lo que respondí «No eres la única culpable, ellos son huevones y tú resolviste el problema, el tema es que seguiste resolviéndolo una y otra vez, en lugar de dialogar para que hubiera un cambio».
Con los hijos, alumnos y colaboradores sucede lo mismo. Al ver que las cosas no pasan, les decimos a ellos, de manera verbal o no, «¡Hazte a un lado, yo lo hago!» y el otro, de manera consciente o subconsciente se dice «¡Bueno, al fin y al cabo, el otro lo resuelve!».
Como dice el sabio proverbio «Enseñar a pescar, no es lo mismo que dar el pescado» (O algo así).
Hoy escuché a un directivo quejarse amargamente de un colega «¡No estoy dispuesto a ser yo el que trabaje todo el tiempo mientras el otro no hace nada!»; la pregunta fue «¿Y por qué el otro no hace nada?», después de unos segundos dijo con duda «¿Por qué yo hago todo?».
El tema particular que quiero exponer es que cuando yo resuelvo siempre, el otro se «acomoda» y no crece, no se desarrolla; pero llevado esto a lo general, la reflexión es que yo provoco, en poco o en mucho (nunca en todo), mis propios problemas.
En particular, cuando el otro se acomoda, es porque le resuelvo siempre sus problemas; en general, la reflexión es que siempre tengo algo que ver en mis problemas.
La inocencia causa impotencia, te resta poder. Decir «¡Yo no fui!» nos enceguece para reconocer que, al menos, una mínima parte de mi problema tiene que ver conmigo, sea que se trate «del huevón» que es el otro o de cualquier otro problema que tengo.
Abrazo,
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