¿DEBE HABER UNA CRISIS? ¿ES EN SERIO?

Hace ya muchos años, trabajando para una genial empresa de TI, supe que un grupo empresarial muy importante del noroeste del país, había emprendido un esfuerzo muy interesante para definir con claridad una serie de elementos que asegurasen su perdurabilidad en el largo plazo.

Interesados en algo semejante para nosotros decidimos, una compañera y yo, visitarlos para que nos platicaran de qué se trataba.

Durante la charla, entendimos la intención de su proyecto y su inquietud para llevarlo a cabo. Recuerdo que, ya por finalizar, mi compañera les preguntó «¿Y por qué hacen todo esto? ¿Qué clase de crisis están viviendo que los impulsó a invertir su energía y su dinero en realizar este esfuerzo?. La respuesta me dejó muy pensativo, nos dijeron «No necesitamos estar en medio de una crisis para hacer cosas que importan, de hecho, no estamos en ninguna crisis».

En su libro «Primero lo primero», Stephen Covey, nos lleva a reflexionar entre lo que es urgente y lo que es importante. Dice que nuestras actividades no debieran regirse por un reloj o una agenda, sino por una brújula que nos lleve al «verdadero norte», diciendo que no es una «To do list» lo que debe asegurar nuestra productividad, sino las prioridades, lo importante.

Según Covey, las personas y, por ende, las organizaciones más productivas, deben dedicar el 90% de su tiempo en lo importante y un 10%, no más que eso, en aquellas cosas urgentes (todos tenemos imprevistos no planeados que requieren ser atendidos).

Lo urgente es igual a crisis, a emergencias. Cuando pasamos demasiado tiempo atendiendo urgencias, estamos en modo «supervivencia», lo cual es muy cansado y muy costoso.

Por otra parte, cuando lo verdaderamente importante no es atendido, se convierte en urgencia con el paso del tiempo.

Atender, la mayor parte del tiempo, lo que es importante, nos pone en el modo de «liderazgo personal».

Hace años trabajé como director de recursos humanos para una empresa de alimentos, en pleno 2009, una vez más, estábamos en una crisis económica en este país; recuerdo que muy preocupado por la empresa, nuestro director de finanzas, nos mandó a los demás directores una serie de recomendaciones que hacía una gran firma de consultoría internacional como medidas para atenuar los efectos de la grave situación que imperaba. Leí con detenimiento: «Controla el gasto», «Gastar sólo en aquello que es necesario», etc. Yo simplemente respondí «A mí me parecen medidas que no sólo son necesarias en tiempos de crisis, sino que deberían serlo todo el tiempo, la austeridad no es una medida para emergencias sino una forma de vida».

Ayer recibí por redes sociales un «consejo» que decía: «Si no sales de la cuarentena con un libro leído, una habilidad nueva, un negocio nuevo o más conocimiento que antes, nunca te faltó tiempo, solo disciplina». Y yo respondí el mensaje diciendo «Esto debería suceder, cuarentena o no, porque como dice el consejo, es cuestión de prioridad y disciplina».

¿Por qué debe haber una crisis para leer un libro o desarrollar una habilidad o emprender un nuevo negocio o aumentar nuestro conocimiento? ¿No deberíamos hacer esto siempre?

¿Cuántos de nosotros estamos «aprovechando» el «encierrro» para retomar cosas que habíamos dejado en el olvido? Estamos tan metidos en las carreras diarias que, hasta que las circunstancias «nos obligan, nos detienen», empezamos a poner atención en cosas importantes que habíamos olvidado: Platicar más con la pareja, con los hijos y con amigos, tomar un curso en línea para mejorar mi desarrollo intelectual y profesional, leer una buena novela para mi recreación (re creación), hacer algo de ejercicio físico, diseñar un proyecto para trascender.

Somos «adictos» a lo urgente. Quizás creemos que si no estamos «a las carreras» no estamos siendo productivos.

Una manera fácil de atender lo importante y hacer caso de la brújula es, primero, identificar los roles que juego (esposo, padre, profesional, jefe, presidente de colonos, miembro de la sociedad de padres de familia, etc.), segundo, establecer metas – actividades semanales para cada rol que atiendan 4 necesidades del ser humano: Vivir – la parte física, Amar – la parte social, Aprender – la parte intelectual y Trascender – la parte espiritual.

Por su naturaleza y, en muy pocos casos, algunas organizaciones o áreas tienen la urgencia como norma, por ejemplo, el área de emergencias de un hospital, ahí todo es urgencia. Sin embargo, en estos casos, también se puede trabajar en lo importante como mejorar procesos, adquirir nueva tecnología, etc.

Hace ya tiempo, desayuné con dos directores de una empresa química, nuestro primer cliente; la plática giró en torno a sus urgencias, a la operación de su negocio, a lo urgente pues y, recuerdo bien, que terminamos reflexionando sobre lo estratégico que no estaban atendiendo, lo importante. Les recordé, lo que el propio Stephen Covey dice en su libro de «Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva», afilar la sierra.

Quien usa una sierra para cortar madera está tan metido en su tarea (lo irgente) que olvida que parte del trabajo es mantener la sierra afilada (lo importante) pues, de otra manera, su tarea se hará, con el tiempo, mucho más difícil, no por la tarea misma, sino por la falta de filo.

Lo importante no debe «desaparecer» de nuestro radar, estemos en crisis o no.

Abrazo,

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