EL QUE MIENTE ES EL LADRÓN

Viendo la película «Ray» sobre la vida del músico estadounidense de Georgia, Ray Charles, su mamá, sintiéndose abusada por quien la empleaba, pues la engañaba sobre lo que era su sueldo, les dijo a sus hijos, entre ellos Ray, «Quien miente es el ladrón».

Creo que hay dos tipos de mentiras. Aquellas que obedecen al miedo y aquellas que son dictadas por la codicia. Ambas relacionadas con la auto estima defectuosa. La primera, cuando creo que la felicidad está en la aprobación del otro (como mi imagen puede verse afectada, miento), la segunda, cuando creo que mi valor está asociado a mis posesiones, éxitos, conocimientos, etc. (al final creo que es otro tipo de miedo).

Me parece que, aunque no puedo decir que todos, muchos hemos mentido, a la autoridad, a la pareja, al jefe, al socio, al colaborador, al proveedor, al cliente, etc.

No siempre se trata de asuntos graves, puedo mentir sobre pequeños detalles. Sin embargo, sí puede ser que la mentira se relacione con asuntos más importantes.

En cualquier caso, mentir tiene consecuencias

Dice Linda Galindo, autora de un libro que he mencionado varias veces y trata de la responsabilidad, «No mientas, ni tú te crees tus mentiras y siempre puede ser que éstas se descubran» (con las consecuencias naturales).

Peter Senge, dice que es conveniente vivir de acuerdo a nuestros valores. Supongo que para muchos de nosotros, «La verdad», es un valor. El mismo Senge dice «Si alguien te dice que vive de acuerdo a sus valores 24 horas al día, 365 días del año, te está mintiendo».

Aunque muchos buscamos actuar de acuerdo a lo que valoramos, romper ese compromiso es más común de lo convendría que fuera.

¿Qué hacer? Me parece que sería importante, cuando tengamos la intención de mentir, comenzar por analizar el propósito, el «para qué».

No puedo negar que si un secuestrador me preguntara «¡¿Dónde está tu familia?!», seguro que le mentiría. No tendría duda. Pero es sólo para los casos extremos.

Mentir está relacionado con el miedo. El miedo a herir, el miedo a ser herido, el miedo a no obtener lo que deseo, el miedo a evitar un castigo, el miedo a….

Pregúntate siempre «¿De qué se trata? ¿Por qué voy a mentir?».

Establecer un ambiente emocional entre nosotros, es decir, tener conversaciones seguras, probablemente tendría el efecto de decirnos lo que está pasando y dejar de mentir.

Si, por otra parte, cuando platico con el otro, hablo de mí más que del otro, nuestras defensas bajarían y tendríamos mejores conversaciones.

Esta semana di un taller para un cliente en Monterrey. Una persona me dijo «en corto», «Tengo una mala relación con mi jefe» y le dije, «No, no tienes una mala relación, tienes una mala conversación».

Abrazo,

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