
Recientemente, he pasado dos días intensos y maravillosos de trabajo con un gran ejecutivo y mejor persona. Estuvimos enfocados en un proceso de estrategia para su empresa. Los resultados fueron muy satisfactorios y, agregaría, que disfruté más el proceso.
Hubo un gran intercambio de puntos de vista. Se generó mucha claridad.
Quizás lo más importante fue cuando él «se dio cuenta». No hay como «darse cuenta».
Había un modelo mental arraigado, producido por la experiencia de su pasado (recordemos que los modelos mentales que nos guían se generan por nuestra biología, el lenguaje, la cultura y nuestra historia personal).
Este modelo mental, como cualquier otro, le permitía ver algunas cosas y no ver otras.
Cuando cuestionamos este modelo mental y él encontró evidencia contraria a éste fue, como dicen los gringos, un «Oh shit! moment». Dijo «Me he estado contando este cuento muchas veces, ahora sé, que lo que me he contado es correcto en algunas ocasiones, pero no en todas y esto me abre posibilidades». Fue maravilloso.
Como dice Lidia Muradep, coach y escritora, «Somos los únicos seres vivos del planeta que nos contamos cuentos y nos los creemos».
Robert Kegan y Lisa Laskow Lahey, los autores de «How the way we talk can change the way we work», nos hablan del concepto de «Big Assumptions» (grandes supuestos). Nos dicen que un «gran supuesto» es aquel que hacemos y que consideramos como absolutamente verdadero, sin cuestionarlo. Es entonces cuando un supuesto «nos tiene».
Al cuestionar nuestros supuestos, se invierten los roles, ahora mi supuesto no «me tiene» sino que «lo tengo».
«Tener» a mis supuestos me da la oportunidad de ser flexible. Al cuestionarlos puedo corroborar si son correctos o no o si lo son a veces y a veces no (lo más común).
Esto abre y cierra posibilidades.
Lo he dicho antes y, cada vez, es más claro para mí, somos seres lingüísticos. Nos contamos historias para sobrevivir, como diría Lynne McTaggart. El problema no es que lo hagamos, sino que consideremos nuestras historias como LA verdad absoluta.
Termino con lo que dice Walter Riso en su libro «El poder del pensamiento flexible». Existen tres tipos de pensamiento el sólido, el líquido y el flexible.
El primero, tiene tres características. Es fundamentalista (las bases que lo explican son las únicas válidas), es dogmático (es así porque así es ¡Y punto!) y es oscurantista (cualquier cosa que lo contradiga y salga a la luz ¡Hay que esconderla!). El segundo va como el agua, para donde sea. El tercero tiene bases sólidas pero está abierto a cuestionarlas y cambiarlas si son incorrectas.
Le preguntaron al Dalai Lama, «Su excelencia, si la ciencia demostrara que las bases del budismo son falsas ¿Qué haría?» y su respuesta fue maravillosa, «No hay problema, buscaría otras».
Cuando una mujer me dijo «!Todos los hombres son iguales!», le pregunté «¿Y por qué se tardan tanto en elegir?».
No dejes que tus supuestos te tengan, tenlos tú. Cuestiónalos.
Abrazo,
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