
Estuve los últimos 3 días en la ciudad de León; los primeros 2 haciendo coaching a un grupo de 8 ejecutivos de una súper exitosa empresa: Debo decir que, independientemente de los buenos avances que hemos logrado, el proceso ha sido mucho muy estimulante y realizador (algo que amo de mi trabajo).
El tercer día lo dediqué, de manera voluntaria, a dar un mini taller con parte del material de lo que hago para las organizaciones pero, en esta ocasión, para un grupo de personas que viven en un polígono (algunos, malamente, lo llaman «cinturón de miseria» – odio el término porque el lenguaje es generativo – ni hablar) que contiene a más de 100 colonias.
¿Cuál es la situación? Hay crimen organizado, pandillerismo, narco menudeo, falta de servicios básicos, etc.
Fue un grupo de no más de 15 personas. Durante 4 horas, hablamos del cerebro y cómo funciona, de lo importante de la respons[h]abilidad para vivir más efectivamente (dejar de pelear y culpar) y de la colaboración como la vía más efectiva para lograr resultados extraordinarios.
El grupo estuvo formado por trabajadores sociales, ex convictos y jefas de familia (mujeres admirables). Fue maravilloso.
¡Hay tanto qué hacer!
Ojalá que cada uno de nosotros hiciéramos algo (muchos que conozco lo están haciendo, afortunadamente).
Trascender, dijo Stephen Covey, es dejar este mundo «mejor» de como lo encontramos. Cierto, la pregunta que surge es «¿Qué es mejor?»; para mí es menos violencia, menos competencia, más colaboración, más aceptación de la diferencia.
Al término de este mini taller, Alejandra, una madre de familia maravillosa, dijo ante el grupo, «me acabo de dar cuenta de que siempre he pensado que yo tengo LA razón y así interactúo con mi marido, mis hijos, mis vecinos, etc. Somos diferentes, es mejor que lo entendamos y convivamos pacíficamente»
Un abrazo,
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