SOMOS LAS HISTORIAS QUE CREEMOS

Hace tiempo, cuando fui requerido como «mediador» en una junta con el comité directivo de una importante televisora (no diré cuál, sólo diré que está por el Ajusco; lo interesante es que me requirieron como mediador, así estaría la cosa) recuerdo que uno de los directivos dijo «Cómo si pasar gente cometiendo crímenes y drogándose en la tele fuera suficiente como para hacer que los jóvenes terminen haciéndolo»…mi reacción fue inmediata, lo primero que recordé fue a El Quijote de Cervantes, que por leer leyendas de caballeros andantes, terminó siendo uno. Si algo nos moldea, son las historias que nos contamos o nos cuentan (y las creemos). Somos los únicos seres vivos del planeta que nos contamos historias y nos las creemos. A aquel directivo le recordé la manera desproporcionada en que crecieron los crímenes seriales cometidos por adolescentes, cuando fue proyectada en las salas de los Estados Unidos la película «Natural Born Killers». Las historias tienen poder. Buenas y malas. Tienen poder. Contémonos historias buenas ¿Por qué? Porque, buenas o malas, terminamos creyéndolas.

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